Me van a perdonar aquellos y aquellas que me leen esperando más magia que espinas.... más oscuridad que un sentimiento tan humano como la nostalgia. Como una madrugada calurosa, que, en el enésimo cigarro sin motivo, una canción hace brotar lágrimas tan vivas y tan muertas a la vez por su mudeza.
Fueron dos, una por cada mejilla. Y de fondo una canción, donde la mitad de su letra me resulta aún desconocida y sin embargo, no por eso con menos significado.
Perdonen la tristeza, como dijo el Flaco. Perdonen el fracaso de no escribir más que cuando de lo más profundo del corazón surgen un torbellino de palabras que me hacen lanzarme a decir más de lo que puedo confesar. Irónico fracaso que trae a cada paso el logro de aprender de nuevo nuevas, malas y macabras lecciones de ética, moral y algo de desconfianza. Historias con fecha de caducidad, cuentos sin moraleja, soledad acomplejada de no sentirse sola, fantasías burlonas de una realidad paradójica... contradictoria en su día y en su noche, como esta, trasnochando antes de madrugar.
Y, sin embargo...
Quizás un día el destino va y se pone de mi parte! Quizás. Tal vez. Resuena como una repetitiva melodía a piano del más joven aprendiz que sigue la misma escalera... arriba... abajo, sin terminar de subir.
El dolor no sólo se manifiesta golpe a golpe, o en la dulce espera de un "otra vez". Si no con el amargo sabor de boca de la propia ignorancia. De estar en el momento inoportuno. De jugar con la carta joker de la baraja. De apostar al azar. De lanzarse al vacío de crecer.... de pensar por el "puedo" antes del "debo". Y eso... atrae como la llama a la mecha. Y, como toda mecha... se quema tan rápidamente que ni siquiera la toca el fuego.
Y perseguir durante años un sueño a la ciudad de cristales rotos por la mitad. De besos perdidos y vacíos, de probar a menos y correr a tiempo en un Porche en marcha. De noches sin luna y labios sin sal. De un día más esperando que el diablo venga y se ponga de mi parte...... de saber, exactamente, cuándo, cómo y por qué... y decir siempre aquéllas palabras que no son las que escribiría de madrugada, al calor del humo... de un enésimo cigarro. Niña arropada en sábana de mujer.... como la luna, siempre mostrando una cara y ocultando a días más y otros menos según corresponda. Tejiendo palabras que pueden no leerse nunca, por el simple hecho de sacar un poquito de mí que ruge por ver la luz.
Sumisa de las emociones, de los deseos, de la fantasía, del amargo sabor de boca de algún que otro fracaso a la espalda y pensar... si esto ocurre tras la segunda década... ¿cómo cerrará la siguiente?
Quizás esperabáis en este espacio más que la melancolía de una noche de verano. Pero.... mañana se hará de día, apuesto a que lucirá el sol a alta temperatura, y empezará otra página del calendario.... que se tiña de dos lágrimas resbalando por las mejillas, con nombres y apellidos, con recuerdos ya perdidos, con rostros y pares de ojos cerrados. Y media sonrisa desconchada de espinas, que, junto con algo de magia, me hace lo que soy, y, quizás... tal vez... pero sólo quizás, algún día no pase de largo.